Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1860-1861 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 18 de junio de 1860
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 18, 216, 217
Tema: Continúa el discurso a la contestación de la Corona

El Sr. SAGASTA: EI Sr. Diputado que acaba de dirigir la palabra al Congreso tuvo a bien en la sesión del sábado, y al referirse al humilde discurso que yo tuve la honra de pronunciar en contra del dictamen de la comisión, aludir a algunas de las opiniones emitidas por mí respecto del Concordato, y dirigirme con este motivo algunos cargos, que por el tono dogmático y magistral de que iban acompañados, pudieran considerarse como lecciones, que yo agradecería mucho, si no fuera porque aunque no soy viejo, ya tengo bastantes años para admitir lecciones que se pretenden dar así a guisa de dómine con palmeta.

Los cargos que ese Sr. Diputado tuvo a bien dirigirme, consisten sustancialmente en lo siguiente: Que yo no debía haber calificado el Concordato de la manera que lo hice, diciendo que con una mano desamortizaba y con la otra amortizaba, sin presentar las pruebas de esta aserción.

Pues dice un artículo del Concordato lo siguiente, y bueno es que los señores taquígrafos lo copien, porque lo bueno no está nunca de más el Ieerlo mucho. Dice así: Artículo 3.º " Primeramente, el Gobierno de S.M. reconoce de nuevo formalmente el libre y pleno derecho de la Iglesia para adquirir, retener y usufructuar en propiedad y sin limitación ni reserva toda especie de bienes y valores, quedando en consecuencia derogada por este convenio cualquiera disposición que le sea contraria, y señaladamente y en cuanto se le oponga, la ley de 1.º de Mayo de 1.855."

¿Se establece en este artículo la amortización, el derecho de amortizar? ¿Sí o no? ¿Se establece en él la amortición, absolutamente, sin restricción, sin limitación de ninguna especie? ¿Sí o no? Según ese artículo, ¿hay posibilidad de amortizar? ¿Sí o no? ¿Puede el clero amortizar? ¿Sí o no? Esta es la cuestión. No hay pues duda de que el Concordato es amortizado, y amortizador en absoluto.

Pero se dice: aunque ese derecho existe en el Concordato, la amortización no puedo tener efecto, porque el clero habrá aprendido que mañana le podrá volver a suceder lo que en estos tiempos, y por lo mismo tendrá cuidado de no adquirir. iComo si el clero dejase por eso de adquirir por lo menos las donaciones que lo hagan, siquiera disfrute de ellas dos o tres años solamente! Cuando le quiten esos bienes, si Ilega este caso, con aquello que haya gozado se encuentra. ¡Como si el clero no pudiese también adquirir a título de reversión!

Pero no pudiendo negar esto el Sr. Diputado, decía: ¿qué importa esto? Dentro de cien años propondremos lo mismo que hoy al Santo Padre que entonces haya; y suponiendo que el Santo Padre nos lo conceda, venderemos los bienes que el clero haya adquirido. Luego, magister dixit, luego no hay amortización.

Pues si la competencia en esta materia de que tanto [216] alarde nos hizo el Sr. Diputado preopinante, le conduce a estas conclusiones, yo por mi parte no le envidio esa competencia. Estas conclusiones sí que necesitan pruebas; esta lógica sí que es jactanciosa; estas ideas sí que son vanas; estas razones sí que son vacías.

¿Dónde está la jactancia, dónde está la vanidad, dónde el vacío de las palabras que y tuve la honra de pronunciar ante el Congreso? ¿Está la vanidad en decir que el Concordato desamortiza por un lado y amortiza por otro; o está en suponer que según ese contraprincipio que establece el Concordato, no es posible la amortización? ¿Está la jactancia en presentarlo que el Concordato dice, para lo cual no se necesita más prueba que la de saber leer y leerle; o está en suponer que sucederá lo contrario de lo que establece el Concordato, y suponerlo ex propria auctoritate? ¿Está el vacío de parte de ese Sr. Diputado, que apasionado sin dada como un buen padre de su hijo, cree que puede ser aceptable para todos, iy ojalá lo fuera! o está el vació en mí, que no hago más que indicar simplemente los defectos que en él encuentro?

Convengamos pues en que si aquí ha habido jactancia, en que si aquí ha habido vanidad, en que si aquí ha habido vacío, no ha sido de parte mía, sino de parte del señor Diputado a quien me estoy refiriendo.

Por lo demás, S.S. tuvo a bien calificar de mal gusto las palabras que con este motivo pronuncié. No sé a qué palabras se refirió S.S.; pero sean las que quiera, yo voy a suponer que fueron las más duras que se encuentren en el párrafo en que me ocupé del Concordato; y hecho esto, yo puedo decir a S.S. que al calificarme a mí se ha calificado a sí mismo. Porque esas palabras que yo sólo las uso en momentos excepcionales, cuando tengo que combatir con algún calor, son las mismas que emplea generalmente S.S. en casi todos sus discursos; por manera que si en mis palabras he tenido yo mal gusto, ha sido el mal gusto de imitar a S.S.

El Sr. PRESIDENTE: Recuerdo a S.S., Sr. Diputado, que sólo tiene la palabra para rectificar.

El Sr. SAGASTA: Ésta era una alusión, pero una alusión que me lastimó, porque se calificaron duramente las palabras que yo tuve la honra de pronunciar, y no creo que merecía eso. Por lo demás, aunque tengo mucho que rectificar, en obsequio a la brevedad, y sobre todo en gracia a las concesiones que al partido liberal va a hacer el Gobierno, voy a suprimir la mayor parte de mis rectificaciones.

La una es relativa a la imprenta. Al oír hablar al señor Ríos Rosas de la cuestión de imprenta, y al ver aplaudirle a la mayoría y al Gobierno, yo me he acordado de aquello que decían los tebanos a Alejandro: " Si Alejandro quiere ser Dios, que lo sea." Yo digo: si el Gobierno y la mayoría quieren la libertad de imprenta, que la traigan. Y a propósito de esto, podría el Sr. Ministro de la Gobernación contestar a la interpelación que sobre este punto hace días que se anunció.

El Sr. PRESIDENTE: Sr. Diputado, ruego otra vez a V.S. tenga presente que no tiene la palabra más que para rectificar.

El Sr. SAGASTA: Otra rectificación. Respecto de la unión liberal, la verdad es que todo lo que hemos dicho ha quedado en pie, porque ahora después de dos años salimos con que tienen que fundirse las fracciones y formar un símbolo. Es decir, que después de dos años nos encontramos con que no ha existido ni unión liberal, ni símbolo, ni nada.



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